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Resiliencia. Aprendiendo a vivir.

Regulación emocional

Ante una crisis o suceso traumático los seres humanos desarrollamos la capacidad de superación y de enfrentarnos ante las adversidades con resiliencia.

Resiliencia. Aprendiendo a vivir.

El significado de  resiliencia  se inspira en la física, que la describe como la resistencia que presentan los cuerpos a romperse ante un choque; y en la ingeniería, como la capacidad de algunos materiales de volver a su forma original tras ser sometidos a un proceso de deformación.

Su definición, en el mundo de la psicología es pareja.  Sería la capacidad emocional, cognitiva y sociocultural de las personas que les permite reconocer, enfrentar y transformar de forma constructiva situaciones adversas que amenazan su desarrollo (Regional Training, 1999).  En definitiva, la forma en la que nos enfrentamos y superamos a las adversidades.

El mérito de la popularidad de este término se debe a Boris Cyrulnik, que, tras la lectura de la teoría de los afectos de Bowlby, hizo de la palabra resiliencia su bandera y consiguió promulgarla.

No existe la resiliencia sin haber una situación de crisis o trauma que superar. Si bien es cierto que se puede aplicar tras una ruptura de pareja, una crisis de pareja o un momento difícil en nuestra vida.

¿En qué se basa la resiliencia?

Una persona es resiliente cuando ante la adversidad pone en marcha una serie de mecanismos cognitivos, emocionales (afectivos) y conductuales que le ayudaran a no quedarse hundido.

Las personas no somos todas iguales frente al riesgo, somos vulnerables en distinta medida. Una persona con una base de apego seguro se supone menos vulnerable frente una crisis. Asimismo, se tiene en cuenta que una misma adversidad afecta a las personas en distinto grado. Por lo que un mismo trauma dependerá de las situaciones vitales y del punto concreto que se encuentre la persona.

¿Cómo ser resiliente?

Cada persona desarrollará sus propias estrategias de resiliencia. Estas no son universales. La resiliencia dependerá en parte de la biología, así como de nuestra parte social.

Va a estar en manos de de la forma en la que construimos la personalidad. La persona ha de haber desarrollado una serie de improntas psicológicas, que le permitan la resistencia.  Hay que tener en cuenta que depende en parte de la persona y mucho de su entorno, antes y después del trauma. (Recomiendo entrevista Boris Cyrulnik)

“La resiliencia no es una sustancia, algo hecho; más bien es una obra de tejedora que enhebra la seda de las capacidades personales con la seda afectiva y social en un proceso inacabado” Fores y Grané

Crear un vínculo seguro es la base de la resiliencia. El sentimiento de seguridad que proporciona el vínculo de apego hace que sepamos como se comporta el resto y que sepamos como actuar.

Sin embargo, la resiliencia es constante y puede darse en la edad adulta. No es la misma en todas las etapas de la vida. Podemos ir aprendiendo que nos sirve y que no, del mismo modo que se pueden perder herramientas que antes teníamos.

 

Actualmente existen en algunos centros educativos programas de desarrollo infantil que tienen como foco principal potenciar y fomentar factores de desarrollo personales y del contexto. Estos programas tratan de minimizar los efectos negativos de las adversidades, empleando la reformulación constructiva que permita al niño recuperar o conservar el equilibrio entre sus demandas externas e internas y su capacidad de responder.

Aun queda mucho por aprender dentro del mundo de la resiliencia y muchos factores que tener en cuenta.

No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda” Bob Marley

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